Tengo 16 años y estoy en el tercer año de la escuela secundaria Stuyvesant. He tenido un amor genuino por el ajedrez desde que conocí el juego por primera vez hace unos 10 años. Me uní por primera vez a un verdadero equipo de ajedrez en la escuela secundaria (lo sé, ¡tarde para muchos!), pero la experiencia de jugar con un equipo revolucionó mi comprensión del juego y me permitió ver el ajedrez como una herramienta para aprender.

Creo que toda persona debería aprender a jugar al ajedrez, ya que creo que tiene una multitud de impactos intelectuales que pueden afectar en gran medida la capacidad de interactuar con el mundo que los rodea. El ajedrez ayuda a los niños (¡o a cualquier persona!) a desarrollar la capacidad de pensar y concentrarse profundamente, ser pacientes y obtener una comprensión lógica más profunda del mundo.

Hace aproximadamente tres años me mudé a Chile por seis meses. Todo estaba completamente en español (¡como era de esperar!) y tuve que conformarme con lo poco que sabía del idioma en ese momento. Esa experiencia realmente me enseñó lo difícil que es estar en un entorno en el que se habla un idioma que no se habla. Esto me motivó a formar parte de este proyecto, ya que quiero ayudar a cualquier niño migrante ubicado en un mundo que no habla su idioma a sentirse más como en casa.

Para mí, mi amor por el ajedrez no es tan simple como dibujar el rompecabezas que hay detrás o el cálculo que viene con el juego. Me di cuenta de que hay un verdadero valor en ser parte de un equipo con tanta gente apasionada por el mismo pasatiempo. Trabajar con las personas que te rodean te da un impulso más fuerte para seguir aprendiendo y continuar con tu pasión. Esto, fundamentalmente, es lo que me atrajo de Unidos Podemos Más, ya que apoyo firmemente la idea de darles a los niños la oportunidad de trabajar con personas similares a ellos en un espacio intelectual de este tipo.